Los consejos del abuelo
Cuando hablo de años anteriores me siento como un abuelo dando consejos, aunque si he de ser honesto, no recuerdo ningún consejo de vida de ninguno de mis 4 abuelos. Tal vez nunca tuve esa relación con ellos o tal vez eran de una generación en la que hablar de ciertas cosas no se daba, y menos con nosotros los niños de la época, a los que solo nos importaba el Nintendo, los GI Joe, y años más adelante, la paja.
En todo caso, cuando pienso en hablarle al Tadeo de años anteriores o a sus contemporáneos, me siento como un viejo de 80 años diciendo cualquier cosa que los jóvenes ven casi con burla.
Pero para llegar a 80, si es que he de llegar, me falta recorrer otra vez los 40 que ya he recorrido en la vida, así que no entiendo cómo hay cosas que lo ponen a pensar a uno en esas edades.
Paradójicamente, a mis +40 me siento más joven que nunca, a diferencia de los 30; sé por experiencia que nadie se siente más viejo que los 30tones. Y así mismo más perdidos y más ansiosos, tratando de agarrar esa última década considerada como juventud mientras ven que no se han logrado todas esas metas (profesionales, sentimentales y de vida en general) que se supone que habrían de haberse logrado.
No le hablo al Tadeo de los 18 - 20, porque no tiene caso. Me gustaría darle ciertos consejos de vida por ejemplo a mi hijo que tiene esa edad, y lo intento, pero en esa época de la vida uno no está para escuchar a los mayores. Lo que uno sabe lo considera como cierto y absoluto (y hay gente que se queda así) y uno se cree inmortal. Y supongo que está bien. Yo disfruté mi época de inmortal, altivo y rebelde y así pude cometer esos errores indispensables para crecer.
Ok. Como no tiene caso hablarle a ese Tadeo, le hablo al 30tón, que es básicamente de la misma generación de este que escribe.
Yo me pasé los 20s y los 30s tomando en exceso cada 8 días; jueves, viernes y sábado religiosamente. A los 20 el guayabo era solo una pequeña molestia que era hasta motivo de orgullo por el nivel de la fiesta lograda. Pero cuando se sube al 3er piso, empieza a sentirse lo que uno realmente está haciendo: envenenando al cuerpo. Y ahí los guayabos empiezan a ser asesinos y en mi caso, sobretodo, llenos de depresiones y arrepentimiento por las cagadas cometidas.
No me malentiendan, este no es un texto moralista. Yo me disfruté las rascas como nadie. Le debo mis mejores momentos a grandes borracheras. Y todavía lo puedo hacer. Incluso lo extraño un poco. Todo bien con el licor y sus placeres sociales.
Pero no puedo evitar en este momento decirle a ese Tadeo y a sus amigos 30tones que sería bueno desde esa época empezar a cuidar un poco el cuerpo. No hay que esperar hasta llegar a los 40 para volverse ciclista o escalador de cerros, o maratonista de series los findes en la noche para empezar a explorar otras formas de disfrutar la vida.
El cuerpo cambia. El metabolismo cambia. Los amigos se van yendo cada uno en sus proyectos familiares. Así que estaría bueno, si me estás leyendo querido Teddy, que empieces a cuidar el cuerpo. A entender el ejercicio como una necesidad vital y sobretodo, que empieces a comer mejor y con más consciencia.
Así que esos son los consejos del abuelo; no esperen a los 40 para cuidarse. Coman bien, hagan ejercicio, si les suena interesante, mediten o lean. Su cuerpo, su mente y todo el bienestar que se requiere para habitar con tranquilidad el mundo, se los agradecerá.
Los dejo, que me voy a tomar el omeprazol.
Gracias por leer.
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